Lealtades Invisibles
Cada familia tiene reglas de convivencia, estas pueden ser dichas o no, pero tod@s somos parte de ese encrucijado de normas que nos han venido moldeando desde incluso antes de nacer, y que nos permite sentirnos parte (o no) de una familia.
La necesidad de “pertenecer” no es una elección, es un instinto biológico casi que de cualquier especie. En tiempos antiguos, pertenecer a una tribu podía hasta salvarnos la vida, quien no se encontraba en manada era más propenso a ser atacado, a no obtener todos los alimentos o simplemente a morir de frío. Han pasado muchísimos años desde que vivíamos en esas condiciones, pero esa necesidad de “pertenecer” sigue estando presente en nuestros genes, y se muestra más o menos de la misma manera que en aquel entonces.
Cuando venimos al mundo no podemos valernos por nosotros mismos, y pertenecer a un sistema nos permite sobrevivir, somos dependientes, e inconscientemente cumplimos ciertas normas para que la manada nos cuide y nos haga parte. ¿Sabías que la reacción instintiva de sonreír que tienen los bebes con apenas semanas de nacidos es una técnica de supervivencia? Un bebé no es consciente de “la felicidad” o del gesto de “sonreír”, pero el acto de hacerlo genera empatía con la madre y va moldeando el vínculo de cercanía entre ambos. Es una simbiosis perfecta entre la necesidad de proteger y de ser protegido.
Conforme vamos creciendo, vamos adoptando estas normas de convivencia para seguir siendo parte, algunas explicitas y dichas como “en esta casa se almuerza a las 12md”, y otras no tan expuestas como “el sexo y la sexualidad no son temas que conversemos”. Muchas están ligadas a valores, a religión o la propia historia familiar, por ejemplo todo lo relacionado al patriarcado, el machismo y las normas sociales. Todos conocemos esos temas de los que en casa no se puede hablar, o bien, cuales actos nos alejarían del buen ver de nuestra familia. Pero, muchas de esas normas ni siquiera corresponden a nuestra realidad, son herencias obsoletas.
Conceptualicemos entonces: Las lealtades familiares (o invisibles) son esos patrones de conducta que nos permiten pertenecer a la tribu, son repetitivos, vienen sucediendo desde generaciones atrás, y probablemente muchos de ellos nos están obligando a pagar deudas ajenas a costa de nuestra propia vida o salud o beneficio.
En Constelaciones Familiares, a las personas que cumplen con dichas reglas se les conoce como “la buena conciencia” y a quienes las rompen, cuestionan o cambian “la mala conciencia”, pero esto no tiene que ver con el concepto moral y popular de “malo y bueno”, sino que está ligado a esa conciencia leal al clan. Por poner un ejemplo: en una familia donde siempre se ha vivido en deudas y escases económica, el miembro de la familia que tenga solvencia y no deba dinero será “la mala conciencia” porque no sigue con el patrón. Esto calzaría con esas personas que deciden cambiar de religión, que optan por otra preferencia sexual, que no desea tener hijos, etc. Para terminar de aclararlo: la mala conciencia genera “culpa” y me aleja del vínculo, la buena conciencia genera “inocencia” me acerca al vínculo.
Usualmente vivimos en modo piloto automático, y no percibimos esto de manera simple, aún más, repetimos estas lealtades, ya no sólo de manera instintiva por pertenencia al clan, sino también como forma de honrar a nuestros padres y ancestros: “yo no puedo tener éxito, porque mis papás fueron muy pobres por más que se esforzaron”, claro está que esto es inconsciente, y de la misma forma generamos las condiciones a nuestro alrededor que favorezcan esta forma de pensamiento. Otro ejemplo podría ser “debo desarrollar diabetes porque mi mamá y mi abuela lo padecieron” es una forma de honrarles.
Hay lealtades que trascienden la individualidad, y se constituyen parte del inconsciente familiar. Cuando se ha excluido algún miembro de la familia por miedo, vergüenza o dolor, en la siguiente(s) generación podría aparecer otro miembro que tenga la necesidad de hacer visible esa exclusión, y por tanto repite la historia de la persona excluida. Un ejemplo muy a la mano de esto, vendría a ser lo que observamos en la película de Disney “Coco”, donde, aun ocultándose la historia real de la familia, en la tercera o cuarta generación nace un buscador que hace visible el amor por la música.
Bien, lo importante aquí es saber que los asuntos no resueltos de los sistemas familiares en generaciones anteriores y las injusticias cometidas dentro y fuera del sistema familiar pueden afectar la vida de las familias, manifestándose en alguno o varios miembros del sistema, enfermedades inexplicables, depresiones, suicidios, relaciones conflictivas, trastornos físicos y psíquicos, dificultad para encontrar pareja, para prosperar, comportamientos conflictivos, etcétera.
“Las lealtades invisibles son una especie de hilos, que, en el plano del alma, nos encuentran con nuestros ancestros y que nos llevan a cargar con experiencias que no nos corresponden, a padecer dolores que no son nuestros, o a repetir historias que quizás no hablan de lo propio, aunque así lo vivamos”
Probablemente si estás leyendo esto y llegaste hasta aquí, sos parte de esos buscadores etiquetados como Oveja Negra. Vos y todos esos miembros que representan la mala conciencia del grupo familiar, son quienes vienen a romper con esas lealtades invisibles, y en la mayoría de los casos, son fuentes de sanación, resultan ser buscadores natos de caminos de liberación para el árbol genealógico.
Regularmente son personas que no se adaptan a las normas o tradiciones, buscan revolucionar las creencias y son los llamados a liberar el árbol de historias repetitivas que frustran a generaciones enteras, ya que los incontables deseos reprimidos, sueños no realizados y talentos frustrados de sus ancestros se manifiestan en el quehacer de estas ovejas negras buscando realizarse.
Todo es perfecto, los miembros que vienen dar un cambio en los patrones dañinos del sistema poseen toda esa información genética y emocional para evidenciar, expresar, manifestar todos los dramas no resueltos. Paradójicamente quizás sean los miembros más fuertes, psicológica, emocional y espiritualmente para hacerse cargo de ello. La naturaleza no se equivoca.
Ser la oveja negra es un acto de amor al clan.
Quizá uno de los puntos más importantes de sentirte la persona que no encaja en
tu familia, es saber que eres la pieza que puede generar un cambio en patrones
familiares que vienen repitiéndose generación tras generación, que nadie te
haga dudar, cuida tu 'rareza' como la flor más preciada de tu árbol. “Eres el
sueño realizado de todos tus ancestros".
¡Nos estaremos leyendo!
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