Mi Niña Interna depende de MI


 

Seguramente recuerdas aquella vez, cuando estabas pequeña/o y te hicieron una promesa que no fue cumplida; o bien, aquel momento donde buscabas hacer una buena obra a los ojos de tus padres pero fue recibido de mala forma y te llamaron la atención. Quizá en tu memoria tengas episodios de castigo físico, donde el miedo era el principal protagonista. Pues bien, todas estas experiencias siguen vivas y forman parte de tu personalidad adulta, se amalgamaron en un tipo de armadura a la cual llamamos “personalidad”, que creemos que nos protege, nos hace pertenecer o nos puede definir.

En las primeras etapas de nuestra vida, somos totalmente vulnerables, dependemos de todo a nivel externo para la supervivencia, no podemos alimentarnos, no podemos generarnos un techo, no hay capacidad de elegir la protección, ni siquiera podemos salvaguardarnos del peligro. Es esta vulnerabilidad la que nos impulsa a pertenecer a un grupo, una familia, un clan; el sentido de pertenencia nos otorga cierta protección, y son las otras personas de la tribu quienes pueden atender nuestras necesidades básicas. Crecemos con esta tribu como marco de referencia: adoptamos su forma de hablar, de relacionarse, su forma de reprendernos o de mostrarnos afecto, etc. Este vínculo llega a ser tan importante que nos va moldeando, y en base a nuestra dependencia de la tribu, creeremos todo lo que nos digan, lo que nos nieguen, lo que nos muestren. Si mamá sonríe cuando hago un baile, mis receptores emocionales guardan esta información para seguir haciendo cosas que a mamá la hagan sonreír y así, asegurar la permanencia a su lado. Si, por el contrario, observamos que algo la ha hecho molestar y por este enojo deja de atendernos, mirarnos o entregar afectividad, también esa información será reservada para evitar comportamientos que en el futuro la puedan hacer enojar.

El proceso cognitivo del cerebro en los primeros años de vida carece de análisis, es un mundo interpretativo, biológico y reactivo. De los 0 a los 7 años, el niño ni siquiera logra comprenderse como un ser individual, es a través de su madre que aprenderá -o no- a tomar la vida. Es ella quien le presenta a los demás seres a su alrededor. Así que vendrán de ella, tanto los mas importantes aprendizajes, como las más dolorosas heridas tales como: abandono, rechazo u humillación; a partir de los 7 años y hasta los 14, el cerebro mejora sus habilidades analíticas, empieza a relacionarse con otros individuos de manera independiente y empezará a necesitar menos de mamá y más de papá, o bien, las energías que se los representen. Es aquí donde tal vínculo puede colaborar en nuestra forma de mirar el mundo, poner límites, generar metas o tomar decisiones; sin embargo, también será terreno fértil para desarrollar heridas tales como la traición o la injusticia.

El resto de nuestra vida estará basada en lo aprendido en estas primeras etapas, principalmente en lo que nos ha herido, ya que, por instinto, se buscará en primera instancia la supervivencia. Cada una de nuestras heridas genera una máscara, un escudo protector que ayuda a sobrellevar el dolor o el miedo vivido, y llegamos a la adultez con estas armaduras bien perfiladas y naturalizadas para protegernos del mundo externo. Es así como vamos por el mundo con cuerpos de adultos, pero con niños heridos por dentro.

Llegando a esta comprensión, es imprescindible adoptar una postura de responsabilidad para atender estas heridas, paternando y maternando nuestro niño/a herido, que no significa más que hacernos cargo de lo que requiera expresar y gestionar sus emociones hacia el mayor bienestar propio y del entorno que le rodea.

Las Constelaciones Familiares son una hermosa herramienta que nos permite acercarnos a estas heridas desde la comprensión de su creación, para encontrar las mejores estrategias de sanación que cada uno de esos niños internos requieren. Por medio de la técnica de la proyección, se pueden evidenciar las emociones reales, expresadas o no, que necesitan mirarse y así dejen de ser determinantes en los procesos vinculares actuales. ¡Te invito a conocer esta bella opción en BioConstelaCR!

Comparto con ustedes un ejercicio meditativo para acercarnos al trabajo introspectivo de escuchar a nuestra niña interna/o:

 

https://youtu.be/O3GlhRgrl1c


Melania Orozco Calvo

BioConstelaCR


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