¡Nadie te ha Ofendido!
Cargamos dolor y rencor por la idea de sentirnos ofendidos/as, la mayoría de las veces también tomamos decisiones basados en esta percepción de “lo que el otro me hizo”, y llegamos a creernos que esto es real, que lo que tal persona expresó, hizo o no hizo me ofendió, pero lo que está sucediendo de fondo son dos posibilidades: cediste este poder a alguien más, o bien tienes expectativas sobres las personas.
El valor propio o la autoestima es intransferible. Cuando no nos sentimos “suficiente” o tenemos algunas heridas de rechazo, abandono, humillación, (las más de las veces programadas en la infancia), se nos hace fácil entregar el poder de nuestra valía a alguien más, y lo cierto es que esto no llega a ser real, aunque sea tu madre, tu pareja o un hijo, no hay manera de que tu valor como ser humano se sustente en la opinión o acción de alguien más, vales por lo que eres, punto, pero esta dañina acción, disfrazada de amor incondicional, que responsabiliza al otro de mantener en alto lo que vales como persona, hace que, cuando consideres que no se cumplió, te llenes de desilusiones y sensación de ofensa.
La otra opción, es que estés cargado/a de expectativas sobre lo que los otros deben ser o cómo deben actuar. Las expectativas son pensamientos ideales que nos hemos creado basados en nuestras propias experiencias, son subjetivas y no tienen por qué ser cumplidas por los demás. Si me siento ofendida porque mi pareja lleva un mes sin invitarme a salir, esto responde a la construcción mental que tengo alrededor de lo que “debería” ser o hacer una pareja, en realidad esta persona no ha hecho nada, no podría ofenderte su acción o no acción. Si esperabas que tus hijos te visitaran a diario después de casados, no te ofende el hecho de que no lo hagan, te ofende la idea que has creado sobre lo que debería ser un hijo.
Cada persona tiene el derecho de crear su entorno, y no están en obligación de cumplir las expectativas de nadie más. ¡Esto te incluye! Has el ejercicio de no cumplir con expectativas de nadie más, ni siquiera con las tuyas, siente la libertad de simplemente ser, y con ello, dejar de sentirte ofendido/a por lo que alguien más hizo o dijo.
Entra en la agradable sensación de la ACEPTACIÓN TOTAL, donde tomo la vida tal y cual me fue dada, y ahí me hago responsable de transformar mi entorno, lo que me corresponda, sin esperar de los demás. Nadie te pertenece, permite que las demás personas también sean libres, acéptalas tal y cual son, y experimenta paz dejando de sentirte ofendido/a.
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